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Arturo Gudiño Chong *  ¿Cuántas veces hemos comprobado que la calidad es algo que esperamos dar y recibir?

 Esto me hace pensar en la calidad como un rasgo universal, así como la música,  pues cuando se entienden sus reglas, se puede expresar con excelencia y percibir su armonía.

Escuchamos sobre el concepto de la calidad en todos los ámbitos, y en el empresarial o comercial, la palabra adquiere un valor mayúsculo, ya que garantiza en gran parte el éxito, la productividad y el rendimiento de la inversión.

Pero, ¿cómo definir calidad?

De manera particular aunque la calidad es un intangible, me gusta definirla como algo perceptible, una forma de expresión que todos entendemos. Por ejemplo: Fácilmente podemos distinguir en la música cuando es agradable o discordante, cuando está bien o mal interpretada. Otro ejemplo: Al disfrutar del aroma y sabor de un buen café, percibimos el color, la temperatura, el envase en el que se encuentra y hasta el ambiente del lugar. Todos los elementos se conjugan y crean el momento que te hace sentir bien y se disfruta. ¿Y qué decir de la calidad en el servicio? La sonrisa del vendedor, la atención del mesero, la cortesía de quien te recibe… Las personas que expresan calidad en su trabajo, tienen un genuino interés de servir, en otras palabras, tienen una forma amable de dar y recibir.

Desde una perspectiva más espiritual la calidad se alinea perfectamente con lo verdadero y lo auténtico. Algo similar a un estado mental de rectitud que refleja comodidad, satisfacción, bienestar y prosperidad. Hacer las cosas con calidad es similar a trabajar con esa fuerza interior que te impulsa a hacer las cosas bien, con excelencia, con verdaderas ganas de lograr el objetivo. Se trata simplemente de encontrar lo mejor en el interior de uno mismo y expresarlo en todo lo que hacemos.

Y ¿qué decir de la calidad de los pensamientos? El reconocido autor hindú, Dr. Deepak Chopra dice en su libro Rejuvenezca y viva más tiempo: “Logramos rejuvenecer si nos liberamos de los condicionamientos; esas conductas que nos identifican y forman parte de nuestra personalidad, que nos mantiene atados a conceptos que aprendimos desde niños y jamás se nos ocurrió cuestionar”.

Coincido con el Dr. Chopra en que es necesario liberar el pensamiento, darle calidad a lo que pensamos y vivimos, poner las ideas bajo otro ángulo y llenar la mente de pensamientos buenos que lleven a una buena salud. En mi experiencia, la espiritualidad ha tenido un papel fundamental, pues me permite purificar los sentimientos para así tener pensamientos sanos y actitudes constructivas.

Un diagnóstico puede ayudar.

Sería interesante diagnosticar nuestros negocios en forma espiritual, definiendo claramente los móviles y objetivos, sembrando en la conciencia del personal la misión, la visión y los valores del producto, para que todos trabajen con pasión y entrega, haciendo las cosas con calidad, buscando la perfección y la excelencia. Si se da un buen servicio, se recibe lealtad y prosperidad.

De igual manera, sería interesante diagnosticar o evaluar nuestro cuerpo en forma espiritual, permitiendo que el Creador divino sea quien dirija nuestros pensamientos. Ideas de alegría, paz y buenas obras nos llevan a salud y salvación. Muy buenos resultados se obtienen cuando estamos dispuestos a escuchar y obedecer los principios fundamentales del cristianismo, reconociendo que bajo la dirección de Dios todo en la vida puede transcurrir de manera armoniosa.

Sin importar profesión, religión, edad, raza o sexo, somos capaces de aplicar el rasgo universal de la calidad en todo lo que hacemos, así como expresamos continuamente el amor, que también es universal. Cada uno posee naturalmente talentos y cualidades espirituales. Desarrollarlas, permite a uno actuar con perfección y excelencia, dando lo mejor de si mismo y haciendo todo con calidad. Eso nos conduce directamente a la felicidad, al éxito y a la salud.

* Arturo Gudiño Chong es portavoz de la Ciencia Cristiana en México.

www.saludyespiritualidad.com Twitter: @artsist