(Mundo I.A.) En el emocionante momento de la final de la selección española femenina ganando el mundial, uno pensaría que el enfoque estaría en el logro deportivo y en celebrar el éxito del equipo. Sin embargo, la atención se ha desviado abruptamente debido a una desafortunada y controvertida acción protagonizada por el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. Su decisión de dar un beso en la boca a la jugadora Jenni Hermoso al finalizar el partido ha desencadenado un torrente de críticas y desilusión, manchando lo que debería haber sido un momento de alegría y unidad.
Pese a que el el presidente de la Federación a pedido públicamente perdón, la conducta de Rubiales ha dejado perpleja a la opinión pública y ha generado una ola de indignación, especialmente entre los defensores de la igualdad de género y el respeto en el deporte. Es evidente que su acción ha cruzado una línea que no debería haberse cruzado en ningún contexto. En una era en la que se lucha por erradicar la objetivación y el acoso sexual, su beso inapropiado refleja una falta de sensibilidad y entendimiento hacia el significado del consentimiento y el respeto mutuo, pese a que la jugadora española quitaba hierro al asunto no dando mayor importancia, pero la realidad es otra.
Incluso el Ministro de Cultura y Deporte en funciones, Miquel Iceta, ha expresado su desaprobación, lo que indica la magnitud del descontento y la decepción que ha causado Rubiales. En un momento en el que los líderes deportivos deberían servir como ejemplos positivos y modelos a seguir, Rubiales ha demostrado una falta de juicio alarmante al actuar de manera tan irresponsable y fuera de lugar.
Las críticas no solo provienen de figuras políticas y líderes deportivos, sino también de organizaciones que luchan por la igualdad de género en el deporte. La Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional ha pedido la dimisión de Rubiales, argumentando que su ejemplo debe ser impecable y que su conducta irresponsable e indecente avergüenza a todos aquellos que buscan un ambiente deportivo más inclusivo y respetuoso.
En un momento en el que las mujeres luchan por su lugar en el deporte, para ser reconocidas por sus logros y habilidades más allá de su género, la acción de Rubiales es un paso atrás en la dirección equivocada. Su comportamiento trivializa los logros deportivos y desvía la atención de lo que debería ser la verdadera celebración: el talento y el esfuerzo de las jugadoras que llevaron a la selección a la victoria.
En conclusión, el beso inapropiado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso ha resaltado injustamente factores ajenos al extraordinario logro de la selección española femenina en el mundial. Su conducta ha dejado claro que se necesita una mayor conciencia sobre el respeto y la igualdad en el deporte, y su falta de juicio plantea serias dudas sobre su capacidad para liderar la Federación Española de Fútbol. La indignación expresada por diversas partes de la sociedad es una señal de que las acciones tienen consecuencias, y es crucial que los líderes deportivos asuman la responsabilidad de sus actos y demuestren el respeto que todos los atletas merecen.
Quiero aprovechar para mandar la mayo de las felicitaciones tanto a jugadoras como cuerpo técnico, y muy especialmente a Olga Carmona por la perdida de su padre.