1. Mejora la calidad del aire

Las plantas cumplen una función vital en el ciclo del aire: absorben dióxido de carbono (CO₂) y liberan oxígeno durante la fotosíntesis, que ayuda a tener una mejora la calidad del aire que respiramos.

Además, muchas plantas tienen la capacidad de atrapar partículas contaminantes, polvo, metales pesados y compuestos orgánicos volátiles, ayudando a purificar el aire tanto en espacios exteriores como en interiores.

Plantas como el Ficus, el Aloe vera, la Sansevieria o el Potus son conocidas por su capacidad para limpiar el aire de toxinas, según estudios realizados por la NASA.

2. Regula la temperatura y el microclima

Los jardines y plantas ayudan en la regulación térmica del ambiente. Las áreas verdes, en comparación con superficies pavimentadas como el asfalto, absorben menos calor durante el día y lo liberan más lentamente por la noche. Esto ayuda a reducir el efecto isla de calor urbana, un fenómeno que eleva la temperatura en las ciudades.

Además, a través del proceso de transpiración, las plantas liberan vapor de agua que humidifica el aire y refresca el entorno, reduciendo la necesidad de usar sistemas de climatización artificial. Hacen bajar las temperaturas.

3. Fomenta la biodiversidad

Cada planta que plantamos y sembramos en nuestro jardín es una oportunidad para atraer y dar refugio a distintas especies de insectos, aves, pequeños mamíferos y microorganismos. Los jardines, especialmente si contienen plantas nativas o flores silvestres, pueden convertirse en verdaderos refugios de biodiversidad.

Entre los visitantes frecuentes de un jardín encontramos:

  • Abejas, insectos y otros polinizadores
  • Mariposas
  • Aves insectívoras
  • Mariquitas y lombrices de tierra, etc….

La biodiversidad no solo es bonita, sino vital para la salud de los ecosistemas. Los polinizadores, por ejemplo, son responsables de más del 70% de los cultivos que consumimos a diario.

4. Ayuda a nivel personal

Tener tu propio jardín,  especialmente si incluye un huerto urbano, permite producir alimentos frescos de forma local. Además, cultivar tus propios alimentos fortalece el vínculo con la tierra, promueve hábitos sostenibles

5. Mejora la gestión del agua

Los jardines actúan como una esponja natural que absorbe el agua de lluvia, evitando que se acumule y provoque inundaciones o erosión del suelo. Esto también ayuda a recargar los acuíferos.

Los jardines de lluvia, por ejemplo, están diseñados específicamente para captar, filtrar y drenar el agua de forma natural, previniendo la contaminación.

6. Enriquece el suelo y reduce la erosión

Las raíces de las plantas fortalecen la estructura del suelo y previenen su desplazamiento por acción del viento o la lluvia. Además, a través del compostaje, los residuos orgánicos del hogar pueden transformarse en abono rico en nutrientes, mejorando la fertilidad del suelo sin necesidad de químicos.

El compostaje no solo reduce la cantidad de basura enviada a los vertederos, sino que también mitiga las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano, que se libera cuando los residuos orgánicos se descomponen en ausencia de oxígeno.

7. Promueve el bienestar humano y la conciencia ecológica

El bienestar humano también tiene consecuencias ambientales. Al pasar tiempo en contacto con la naturaleza, las personas desarrollan una mayor sensibilidad hacia el medio ambiente, lo que las motiva a adoptar estilos de vida más sostenibles.

El acto de cuidar un jardín también reduce el estrés, mejora la salud mental y genera un sentido de responsabilidad ecológica que muchas veces se traduce en acciones concretas: reducción del consumo, reciclaje, conservación del agua, entre otros.

Hay estudios de personas que están recuperándose de una convalecencia y se recuperan más rápido cuando están en contacto con las plantas.

8. Revitalizar espacios urbanos

Los jardines comunitarios, huertos escolares o techos verdes ayudan a transformar espacios degradados en áreas verdes productivas.

No importa el tamaño del espacio ni la experiencia previa: un balcón con macetas, una pared con plantas colgantes, o un terreno amplio pueden ser el punto de partida para

cambio positivo. Al sembrar una planta, no solo estás embelleciendo tu entorno, sino que también estás sembrando futuro.

Tener un jardín, más allá de lo decorativo, es un acto de ayuda a la naturaleza Frente a un modelo de desarrollo que muchas veces destruye lo natural, crear y mantener espacios verdes es una forma de devolverle al planeta algo de lo que hemos tomado.

(Por Julio Roldan, Cira Jardineria)