Deja que esta noche
yo sueñe contigo,
deja que mis labios
te sirvan de abrigo.
Déjame que libe
como mariposa
que liba el roció
a la blanca rosa.
Luego, ¡ya que importa!
si se acaba el sueño,
yo ya habré libado
tu dulce veneno.
Y lo guardaré
como un relicario
colgado en mi alma
para siempre amarlo.
Y en noches de luna
yo lo sacaré
y soñaré de nuevo
que beso tu piel.
(Esperanza Mena)