By Pedro Monzon Nando 14/09/2015
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, lo de la mujer fue un golpe de fantasía.
Lo que es raro es que descansando sobre ellas la tarea de repoblar el mundo, este no se haya acabado hace siglos.
Lo que esta claro, es que ninguna buena obra, queda sin castigo.
Alguna vez , uno de esos raros amigos que van a los gimnasios, me ha comentado, «hoy me voy a dar una sauna».
A mi me parece increíble que alguien se meta en una sauna de forma voluntaria, ni siquiera los mártires cristianos de las catacumbas lo hacían; tenían que llevarlos a la hoguera a punta de lanza y luego atarlos a un poste de la pira.
La sauna es sin duda una forma de sacrificio humano, en ella se hierve a las victimas como a los misioneros en tierra de caníbales.
Yo prefiero correr 50 kms. descalzo sobre botellas de cerveza rotas que a meterme en uno de esos aparatos que ni siquiera fue capaz de imaginar Dante, en su descripción de los horrores del infierno.
Te meten en un adminiculo de hierro, forrado con madera, herméticamente cerrado, a 104 grados centígrados ( los huevos se cuecen a 90 grados, lo saben todos los que tienen un libro de cocina).
Te sientan sobre unas toallas dobladas, como aislante, pero el asiento sigue dando sensación de ser arandela de fogón. Y allí esta uno, tratando de dar saltitos para evitar freírse.
Al final vuelves a casa escaldado, agotado por los ejercicios de espalda, con la carne de gallina por la ducha, con agujetas hasta en el alma y medio tullido.
Luego te tienes que dar una ducha con agua mas fría, que el corazón de una esquimal soltera, para terminar saliendo de allí, entumecido.