(Jmm Caminero) Se entiende como gula el hábito-acto-aptitud-costumbre desordenada del comer y del beber. Durante siglos la gula era considerada un error moral grave o capital, un pecado capital.

El concepto de error moral grave o capital, viene o deviene del concepto o término latino, capita, cabeza. O dicho de otro modo, que el caer en un error moral grave capital, suponía por consecuencia, caer en otros errores morales graves y menos graves. Es decir, es o era la fuente de otros errores morales y éticos, y también errores espirituales.

Ahora se entendería degustar en demasía placeres y necesidades del mundo. Es evidente la diferencia, el comer es necesario, el descansar es necesario, el beber es necesario, pero en su justa medida, ni mucho o demasiado, ni poco. Guardar ese justo equilibrio es absolutamente necesario en una época tan convulsa moral y ética y espiritualmente como la que estamos-vivimos-asistimos.

Debemos que el demasiado beber, el demasiado comer trae consecuencias graves, no ya solo éticas y morales, sino de salud física y psíquica. Cuántos males ha causado la ebriedad y el alcoholismo desde las noches de los tiempos. Cuántos individuos destrozados, cuántas familias, cuántas consecuencias a nietos y biznietos.

Consumir cosas y realidades y objetos y servicios, que en sí sean buenos, que sean legales y morales, que sean buenos desde la moralidad, pero también desde los puntos de vista sanitarios y desde otros puntos de vista, y desde luego legales.

Consumir esos objetos o bienes o cosas de forma correcta y adecuada. Alcanzar esta concepción es esencial, para que el ser humano se desarrolle de forma adecuada y racional y moral, e incluso eficiente, en sus múltiples obligaciones…

Que en algunas sociedades o colectivos, se vea bien, el demasiado comer, el demasiado beber, incluso beber sustancias alcohólicas, no quiere decir, que este acto o hábito o aptitud o actitud desordenada, sea bueno para el propio individuo, para su familia, para el resto de sociedad y sus diversas entidades que forman y conforman parte el ser humano, para el Estado, y los que son creyentes, sea en una religión o sea en otra, tampoco es correcto en la adecuada relación entre el ser humano y lo Trascendente.

Cuántos males le vienen al ser humano, de la no utilización correcta de la necesidad de comer y beber, del sentido-percepciones del gusto-degustación. Y por extensión de otros usos de la vida, el demasiado descanso y no hacer nada, que se convierte en pereza, el demasiado consumir bienes de alguna cosa, sin medida o sin necesidad o sin racionalidad o sin moralidad.

Debe el ser humano, ser consciente, que todo el mundo arrastra uno o varias heridas-traumas, serias y profundas, y que esos problemas, debe resolverlos-solventarlos del modo racional y sanitariamente correcto, pero no desde luego, “abusando de la comida o de la bebida, o de otros cosas que son buenas en sí, pero que en un grado máximo son negativas”.

Las drogas o sustancias de este tipo serían inmorales, aunque también lo sean sanitariamente, y desde luego son ilegales, con consecuencias negativas y perniciosas, en multitud de campos. En este caso, estas sustancias, no se admite ningún grado de consumo. Pero entraría diríamos en este capítulo.

El ser humano no puede probar y tener todo tipos de experiencias, porque hoy el mundo, permite multitud de experiencias-vivencias, pero el ser humano, no es un ser que se deba permitir a si mismo todo tipo de deseos, porque se pierde en ellos.

Cuánto sufrimiento está causando, el uso de las drogas, el uso del alcohol o alcoholismo, etc.

No podemos obviar, que las grandes normas religiosas mínimas, tienen una base en un mandato moral o ético universal mínimo, y se discuta o no, casi siempre, en una “norma natural humana”. No podemos obviar, el enorme sufrimiento-angustia-pena-tristeza que está causando, o ha causado o causará, el exceso de bebida o de comida en el mundo, especialmente el alcohol.

Vivimos un tiempo, que “no tenemos claras, ni siquiera las mínimas normas morales  y éticas, universales”. No tenemos claras a nivel teórico, por lo cual, en segundo lugar, “no tenemos claras y es evidente, que hay que cumplirlas”. Y en tercer lugar, “no tenemos con meridiana claridad, la metodología de alcanzar un nivel ético y moral correcto, o dicho de otro modo, una ascética, un camino, para no caer en esos errores morales, y si hemos caído, como salir, ayudados, también por el saber psicológico y médico correcto”.

Si nadie lo enseña a los humanes, cómo lo van a saber. Los humanos, parecemos seres perdidos, y estamos perdidos, porque efectivamente así lo estamos, la ética y moral correcta, es diríamos el norte en toda vida humana. Y si no nos la enseñan, y nosotros no queremos aprenderla y además el ambiente va en contra, pues todo se junta en contra.

Bueno, es que nos busquemos referentes éticos y morales, de alto nivel. En Occidente, se sea ateo o agnóstico o creyente en otra religión no cristiana, los grandes referentes, siempre leídos en grandes biografías, y con todos los matices, que se quieran, son los que se denomina santos o santas canonizados correctamente. Estos, estos nos pueden enseñar grandes ideas, hechos, datos, prácticas, etc. Estos pueden ser ejemplos, siempre tomados con racionalidad, teniendo en cuenta, que sus exageraciones de alto nivel ético y moral, nosotros tengamos que adaptarlas a nuestra realidad. Pero estos pueden ser un ejemplo, a tener en cuenta. Porque percibimos y vemos tantos ejemplos negativos, que hay que buscar lo contrario.

Jamás en el mundo, jamás en Europa, han existido, cartas de derechos humanos, de defensa de la persona, tan elevados. Jamás se ha tenido en cuenta, y ha entrado en los códigos jurídicos, normas morales tan excelsas, como la Carta de Derechos Humanos de 1948, que ha entrado en todas las Constituciones occidentales. Pero al mismo tiempo, se produce una paradoja, los niveles éticos y morales, de las conductas y teorías de los individuos, grupos, colectivos, sociedades en general ha disminuido, y disminuido ostensiblemente.

Comprendo que este artículo, quizás, no demasiadas personas, hayan sido capaces de terminarlo. Pero creo que nunca como hoy, se necesita, que se reflexione sobre las grandes virtudes y grandes desvirtudes-vicios morales y éticos. Quizás, quizás sea mi pequeña obligación hacerlo, ya que otras personas no lo hacen. Usted, estimado lector, reflexione, como diría Tierno Galván, lea, lea cada una de estas pequeñas frases, levante la cabeza como las gallinas y piense-repiense, y sobretodo compare, si estas afirmaciones-datos son verdad, empíricamente, vive mejor su vecino, que ha caído en el alcoholismo, o su otro vecino, que solo toma un poco vino con gaseosa…

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Fin artículo 942º: “Sobre la gula, I”.