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(Antonio Serrano) » Venid a Mi todos los que estéis cansados y agobiados que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, PORQUE Yo soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga, ligera». Estas son las palabras impresionantes de Jesús.

Tres de las celebraciones más populares en el mundo católico tenemos en este mes:  El Sagrado Corazón de Jesús, el viernes doce; El Inmaculado corazón de María y San Antonio de Padua, el sábado trece. Me vais a permitir una pequeña digresión personal en honor y felicitación a todos mis tocayo/as del día trece. Este año estamos colocados entre el Corazón de Jesús y el Corazón de María. Si tenéis fe, no podemos estar mejor colocados.

He resaltado en mayúsculas la conjunción PORQUE en las palabras de Jesús, por su enorme importancia histórica y aleccionadora; para aclarar una confusión y un uso inadecuado de otra traducción de esas palabras. Se ha traducido así:» …y aprended de Mi que Yo soy manso y humilde de corazón.» Dándole un sentido a la conjunción » que» de introducción de una oración  de complemento directo, es decir, la continuación de aprender es ser mansos y humildes, como Él; pero no es así; es una conjunción causal; o sea, acercarse a Él, «porque» es manso y humilde.

¿Qué se sigue de esto? Una confusión que nos aleja de la intención verdadera de Jesús, muy importante: No se trata de aprender de Jesús a ser mansos y humildes de corazón como Él, que también, sino de no temer acercarse a Él para aprender sus enseñanzas y su ejemplo. «Porque» los recibiría con bondad, con mansedumbre. ¿Y esto, por qué? Pues porque la gente estaba acostumbrada y asustada oyendo a sus doctores de la ley, escribas, fariseos y sacerdotes, orgullosos y soberbios, temiendo acercarse a ellos, porque los trataban con desprecio, amenazándoles con la expulsión de la sinagoga si no les hacían caso e imponiéndoles cargas insoportables e infinitos preceptos. De ahí lo de   «…mi yugo es suave y mi carga ligera». En el evangelio abundan los casos, como dijeron en una ocasión: » ¡ Esta canalla son una gente  que no conocen la ley !». Y en la expulsión de la sinagoga, al ciego de nacimiento por responder a la acusación a Jesús de que era un pecador: » Si este hombre fuera un pecador, no podría hacer nada y menos dar la vista a un ciego de nacimiento. Sabemos que a los pecadores Dios no los escucha, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése le escucha» La rabia de verse aleccionados les hizo exclamar:» ¡ Has nacido todo tú en pecado ¿ y nos quieres dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron de la sinagoga. Para ellos nacer con una enfermedad se debía al pecado. Hasta sus mismos discípulos dijeron¨»¿Quién pecó para que éste naciera ciego? ¿ él o sus padres? Jesús niega que la causa sea el pecado.

Esa era la intención de las palabras de Jesús. No tengáis miedo de aprender de MÍ, «porque» Yo soy manso y humilde de corazón. Así, se acercaban a Él las muchedumbres; y la envidia y la rabia los roía hasta planear su muerte. Decían :» Mirad cómo se van todos detrás de Él».

Otra traducción incorrecta, como la que vemos, y que da lugar, también, a confusión y equivocada enseñanza y práctica, es el » que» de las palabras de Isabel a María: «¡Bienaventurada tú  que » has creído,» porque» se cumplirá lo que se te ha dicho de parte del Señor». La conjunción «que», » oti» en el original griego, puede adquirir, según el contexto, esas dos acepciones: o causal o de complemento directo. Si se traduce en este último caso de Isabel a María, como causal, parece que le quiere decir: » no te preocupes porque se cumplirá lo que has creído. Cuando su traducción correcta y más cercana a la fe de María es: .» Bienaventurada eres tú que has creído » que» se cumplirá…»De paso, se nota una alusión indirecta a su esposo Zacarías que no creyó y pidió pruebas de lo que el ángel le dijo; cosa que no cabe en la fe de María que no pidió pruebas, sino el cómo se haría.

Este artículo, que parece una lección gramatical, es, en realidad, un análisis exegético-teológico, histórico, del Corazón de Jesús, tan manso y humilde, desde la cuna( ¿quién teme a un niño) hasta la cruz(¿ qué mal nos puede hacer un crucificado?)  que nos dice: «¡No tengáis miedo, soy Yo!». » No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. La paz os dejo. Mi paz os doy».  Lo que decía a sus discípulos, entonces, nos lo dice a los de hoy». El papa San Juan Pablo II decía::  » Vosotros, jóvenes, sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. «¡No tengáis miedo. Abrid vuestro corazón de par en par a Cristo!» Una anciana, de ochenta años, con cuatro hijos misioneros en Irak y Siria, expuestos casi seguro, a la muerte, se ha hecho misionera como sus hijos. Y dice: » Con Dios no hay miedo. Más que morirse, no va a ser más».

La gran lección y enorme alegría y seguridad para los cristianos de todos los tiempos, y más en los nuestros, es que Jesús nos provoca a  la audacia de tener una confianza total, absoluta, sin la más mínima duda ni temor, a acercarnos a Él, por muchos y grandes que sean nuestros pecados. Es más, nos pide hasta la máxima intimidad con Él. Esa» íntima amistad con Jesús, de la que todo depende», como dice el papa emérito en su libro «Jesús de Nazaret». Confirma esto Santa Teresa de Jesús, en el libro de su vida: » La oración mental, a mi parecer, no es otra cosa que tratar de amistad, estando tratando muchas veces, a solas, con Quien sabemos nos ama». Y ahora, con la exposición  de la Sábana Santa de Turín, qué bien viene lo que decía: » Quisiera yo tener delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no puedo tenerla grabada en mi alma como quisiera».¡ Si hubiera visto, entonces, el rostro de Jesús en esa sábana…! Y esta invitación a su intimidad se deduce de toda la conducta  de Jesús y de sus  palabras. Decía Santa Teresita del Niño Jesús, ya Doctora de la Iglesia: » Si yo tuviera todos los pecados que se pudieran cometer en el mundo, me abrazaría a Él  con el corazón destrozado, pero no confiaría menos en Él».

Hoy el mundo necesita más que nunca la misericordia. De Dios, y la nuestra con nuestros hermanos, los hombres. Tanto es así que este Papa no deja de hablar de ella. Recomendándolo, especialmente, a los sacerdotes y confesores que sean muy misericordiosos. Una anécdota oportuna: Se cuenta que un confesor negaba el perdón, la absolución, a una persona porque siempre, aunque arrepentido, se confesaba de los mismos pecados. Del crucifijo que pendía en el confesonario, se oyó una voz. » No ha sido tu sangre la que se ha derramado por esta alma». Y Este Papa va a proclamar el Año  de la Misericordia el 2,016.

A Dimas, el buen ladrón, cuando crucificado como Él, le contestó a su angustiosa petición: «¡Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino!»: » Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso». No importaba el pasado, sino el presente. No lo que había sido, sino lo que ahora era y decía. » Caigamos en las manos de Dios y no en la de los hombres, porque cuanta es su grandeza, tanta es su misericordia», dice un versículo de la Biblia.

Dios, con un corazón divino y humano : Jesús.