Anónimo y Pequeña Glosa
Redacción: Nuestro gran amigo y colaborador más veterano nos sorprende con una poesía a su estilo y llena de buen gusto tal como nos tiene acostumbrado. Un abrazo querido maestro:
Hace tiempo que no escribo.
Mis ideas vuelan con el viento.
No sé qué decir ni qué es lo que siento.
Sólo espero y, sin esperar, no vivo.
Jesús, Tú eres mi única esperanza.
Mi Dios, mi todo y mi anhelo.
Ya nada me sirve de consuelo.
Mi corazón te busca y no te alcanza.
Fiado en tu palabra, sigo y sigo:
Busco y llamo; y pido, y ruego.
Ten compasión este pobre ciego
que, a tientas, te busca y quiere
ser, de todo corazón, tu amigo.
Como el discípulo amado, requiere,
abrazándote, intimidad contigo.
Como el perro vuelve a lo vomitado,
como el borracho vuelve a la bebida,
después de tanto amor, enamorado
de Ti, camino, verdad y vida,
vuelvo, una y otra vez, conmigo.
Quiero perderme y olvidarme en Ti.
Ser Tú y no yo, y no lo consigo.
Mírame y ten compasión de mí,
que quiero, y quiero, y no puedo,
y quiero estar cerca de Ti
por ver si, al fin, en Ti yo me quedo.
Al Sagrario miro y en el Pan te toco;
veo tu humildad, tu amor y tu denuedo,
y quiero, por tu amor, volverme loco.
Quiero, como Tú, volverme loco
para este “cuerdo” mundo enloquecido.
Y, en silencio, y con amor, poco a poco,
ser, como Tú en el Sagrario, escondido.
Y, así, quiero aprender de Ti
a ser comido, siendo casi nada,
como Tú en la Hostia consagrada,
siendo Tú, todo y yo, nada, sin Ti
Que el que me coma, a Ti te coma;
y sea tu amor y no el pobre mío
el que llene su inmenso vacío.
Y no sea yo más, cuando te coma.

El enamorado es capaz de cualquier locura, por amor, sin más luz que la fe en el amor que le guía, y la certeza de que es amado. El espíritu humano, ansioso de felicidad, de un amor total, de amar y ser amado, trasciende los amores caducos y las caducas felicidades de este caduco mundo; busca el amor eterno, absoluto, al que aspira, instintivamente, y lo encuentra en el Dios Amor identificado con él, como los enamorados, hasta hacerse él y como él, hombre-Dios, Jesús en la Historia humana. Nadie lo ha dicho mejor que el gran converso y apasionado San Agustín: “Si Agustín fuera Dios, y Dios fuera Agustín, Agustín dejaría de ser Dios para ser Agustín”. Y escuchó la respuesta: “Agustín, eso es amor”. Y exclamaba: “¡Tarde te conocí, tarde te amé, oh, hermosura siempre antigua y siempre nueva!” Y, sin más luz que la fe en el amor que le guía, es capaz de cualquier locura, por ese amor, pareciéndole verdadera locura la felicidad perseguida inútilmente en este mundo. Y dice: “Quiero, como Tú, volverme loco para este “cuerdo” mundo enloquecido”. Porque la vida cristiana, con el perdón y amor hasta a los enemigos, el perdón de los pecados, la presencia en un poco de pan y de vino de Jesús-Dios, Dios Uno y Trino, la resurrección de los muertos, la vida eterna, los milagros de Jesús y de los santos, Dios crucificado, muerto y resucitado, la Virgen Madre de Dios… es la mayor locura de la Historia. Pero comparada con la “loca cordura” de este mundo, muchos, millones, la han preferido y prefieren, que no el número garantiza su verdad, sino su calidad y veracidad sobrehumanas. Y el gran milagro del amor a Jesús: “A quien amáis sin haberle conocido; y en Quien creéis sin haberle visto”, dice San Pedro en una de sus cartas a los cristianos de entonces y a los de ahora.